Como en otras ocasiones salgo a la calle con mi cámara en mano, ladrona de imágenes, cazadora de instantes irrepetibles.
Es primavera y una explosión de vida inunda la calle. Miro a mi alrededor en busca de ese momento que capturar y de repente te veo ahí sentadito.
Pareces un niño intemporal, dormidito en medio de este aparente caos, con tu ropita de domingo.
Me pregunto, ¿cómo es posible que pueda dormir?
Quizás le venció la llantina porque su mami no le compró ese globo que quería, o quizás sí se lo compró, pero vio impotente cómo se le escapaba y el llanto le rindió.
Un trasiego de penitentes baja por la calle ante él y como si de su presencia hubiesen sabido, parece que fuesen descalzos para no despertarle.
Me llega el eco sordo de una marcha, ya se va acercando el paso y él ahí impertérrito en sus ensoñaciones y me digo para mí, ehh chaval, ¡despierta! y saca tu bolita de cera que te lo vas a perder…
Le miro por última vez, le robé este instante y me alejé pensando que ojalá nunca nada ni nadie perturbe su sueño.
Autora:
María Luisa García Vázquez
(Alumna de ESPA Semipresencial Nivel II)
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